Entradas

Habitualmente odio ser madre

Imagen
Para Kyara y Frida, las  hijas de la mujer que "habitualmente odia ser madre" pero que las ama con locura salvaje e indomable. Nuestro universo de carcajadas y dulzura enciende mí existencia.  Y su presencia me define.  Cuando vemos a una madre solemos pensarla a ella y a sus hijxs como un recorte, una historia aislada que recae solo en ella y sus decisiones y pensamos el vínculo como algo que sucede y se construye sólo por su acción y la de sus hijxs. Y así nos es muy fácil señalarla, escudriñarla, ponerla en el banquillo de las acusadas para finalmente decidir si pertenece a las malas mujeres que merecen la violencia que “despiertan” o las buenas que merecen que no les pasen “cosas malas”.  Pero la maternidad existe en un contexto cultural y político y en la intimidad del vínculo con nuestrxs hijxs estamos atravesadas y dominadas por el patriarcado. Las mujeres madres maternamos en una sociedad parasitaria que se alimenta del trabajo de cuidado, doméstico, sexual y reproduc

La rana en la olla

Imagen
Las ranas se cocinan vivas.  La crueldad de este hecho no conflictúa a la sociedad de la guerra y la violencia, pero la pone en el aprieto de averiguar cómo hacerlo para que las ranas no salten de la olla apenas tocan el agua. Es decir, cómo armar el escenario para que el asesinato suceda sin resistencia, ni lucha, mejor aún con la aparente colaboración y mansedumbre de la víctima. No nos preguntamos sobre lo que dice de nosotrxs como sociedad este hecho, solo nos importa que pase inadvertido. Y esto  dice mucho más del sistema en el que vivimos que el asesinato en si mismo. Queremos seguir comiendo ranas, queremos seguir hirviéndolas vivas, queremos seguir manteniendo el status quo... ¿por qué renunciar a ese derecho? La solución al conflicto es simple, se ponen las ranas en agua que les sea agradable y lentamente se va subiendo el fuego. El mecanismo de adaptación de las ranas hace el resto, cuando aumenta el calor del agua ellas modifican su temperatura corporal para seguir percibié

Se fea y se tuya por siempre

Imagen
¿ Soy linda mamá? La pregunta me erizó, me puso completamente alerta, un nudo apretado apareció en mi estómago y ese sabor amargo tan conocido subió por mi garganta. Ante mi silencio, tomó la delantera y dijo: claro que soy linda… y yo, no se que es peor, si la pregunta o la aparente certeza. Ph: "Portraits behind the Canvas" Luca Pierro Desde ese día la miro jugar frente al espejo mientras baila, ríe, hace caras, se descubre. Quisiera detener el tiempo para siempre, en este instante en el que el espejo es solo un objeto de juego y risas, detenerlo ahora que todavía se mira con sus ojos a través de él, ahora que todavía su cuerpo es valioso para ella porque gracias a él hace lo que ama, puede expresarse y sentir placer. Quiero detenerlo antes de que empiece a mirarse con los ojos de la misoginia encarnada. Esa mirada que ya empecé a ver cómo se cuela en los ojos de su hermana, como poco a poco la acecha y empieza a asfixiarla y yo me quedo sin tiempo ni herramientas para d

Ser madre de mujeres

Imagen
Hace un par de años, en una de las presentaciones de "Mujeres inivisibles. Partos y patriarcado" , una de las mujeres presentes contó que cuando su hija nació y descubrió que era mujer solo pudo tener miedo y pensar "pobre, cuánto sufrimiento le espera". Recuerdo que me helé por dentro y de golpe volví a estar en esa sala de neonatología en la que vi a Kyara desnuda en esa cajita de cristal y yo, aunque sabía por ecografía que era una niña, tomé la desgarradora consciencia de ser madre de una mujer. Casi 6 años despues, pero esta vez sin saberlo de antemano y en la bañera de casa, escuché a mi compañero decir "'¡¡es una niña, la niña que esperábamos, bienvenida!!" mientras Frida irrumpía con toda su potencia en nuestras vidas y yo volví a sentir el horror helado en mi cuerpo. El horror de ser madre de mujeres en una sociedad que se funda en la opresión y la dominación sobre nosotras. Antes de ellas, yo era alguien que media el largo de las polleras. P

Violaciones cotidianas

Había soñado con ese día, me lo había imaginado tanto, siempre feliz, perfecto, maravilloso, el mejor día de mi vida, pero en cuanto entré a ese lugar el mundo se desmoronó Primero me drogaron y cada tanto aumentaban la dosis y así quedé frágil y vulnerable a merced de ellxs. Me abrieron las piernas, me ataron, acostada e inmóvil no fui más que un cacho de carne, cada segundo era peor que el anterior. Entre varios me introducían sus dedos en la vagina, me daban órdenes, entraban y salían de mi, me hacían daño; yo pedía que me dejaran, que por favor pararan, pero era como si no me escucharan, a nadie en todo lo que duró le importó lo que yo decía. Estaban lxs que hacían, lxs que solo miraban, lxs que entraban y salían. Tantas caras, tantas voces, tantos pedidos de ayuda que cayeron en en el vacío. ningunx pareció entender mi dolor, era como si eso que pasaba conmigo fuera lo normal. Yo les decía que no podía más, que pararan, que me dolía mucho y me mandaban a callar, se reían

Sexualidad y ma/paternidad

Escrito para el número 7 de   Enredo de Las Casildas Vivimos en una sociedad que ha reducido la sexualidad al sexo  y el sexo  al coito, que equipara placer a tener sexo y deseo a eso que sentimos por un/a otrx cuando queremos tener relaciones sexuales. Pertenecemos a la cultural del pecado y el elogio a la racionalidad, donde el cuerpo es malo o de segunda categoría. Donde manifestar deseo te deja expuestx y vulnerable, te hace débil y buscar placer es sinónimo de no "hacerte respetar". Pesa mucho sobre las mujeres la idea de ser “fácil”, como si la incapacidad para manifestar deseo y buscar nuestro placer fuera algo de lo que enorgullecernos y pesa sobre los hombres la idea del macho semental que es todo potencia sexual, aunque la sensación de placer sea mínima y la de vacío máximo. Estamos inmersxs en el paradigma del objeto de deseo más que del sujeto sexual, donde nos han enseñado que lo importante es ser deseables más que deseantes, saber dar placer más

Los cimientos sobre los que nos erigimos

Imagen
Dicen que nos gestamos humanos junto al fuego, al calor de las historias  y leyendas que noche tras noche íbamos tejiendo y escuchando, esos primeros sonidos que fueron dando paso a un lenguaje complejo, rico y sobre todo reflejo de quienes somos y de quienes queremos ser. Dicen también que somos la sociedad que somos porque tenemos el lenguaje que tenemos, los mitos que nos sostienen y nutren y las palabras que fuimos llenando de sentido. Ser madres y ser hijxs, los modelos del vínculo que consideramos normal y natural  en el patriarcado  son obviamente construcciones culturales, que como todo paradigma se sostienen en las creencias y se nutren de supuestos y mitos que no acompañan, repetidos hasta el cansancio, transmitidos de generación en generación… Como hijxs crecemos escuchando sobre el complejo de Edipo, los enormes riesgos de enamorarte de tu madre, los estragos y el castigo que eso puede acarrear, la vida de tu madre, la ceguera autoimpuesta…. Qué interesante!  Ed